jueves, 19 de agosto de 2010

Chesni era un señor

Chesni era un señor.




Los años pasan, para todos, pero a algunos los mejoran, como el buen vino y a otros les estropea como le pasa al vino malo, que se pica y parece vinagre.

A veces por la calle, y sin previo aviso, te encuentras con trazos de tu pasado lejano e imperfecto, que te llevan de viaje, a velocidad de la luz, a hace x número de años (x=a rellenar por cada lector), y te das cuenta de cuanto hemos cambiado, gracias a Dios.

Pero una vez que llegas a ese año, en mi caso al mil novecientos y pico y dos mil y poco, te das cuenta de más cosas y te acuerdas de más gente, incluso de ti misma en ese momento elegido al azar. Cuantas ilusiones y cuanta gente se perdió por los caminos del día a día, y las calles de nos hacemos mayores, cada uno como nos da la gana, unos se hacen señores medio calvos y otras, han mejorado, o mejor dicho, hemos mejorado.

El caso es que por no enfrentarnos por la calle a un”hola”, o incluso algo más tajante como un “hasta luego”, fuimos capaces de meternos en la primera tienda que encontramos, lo que nos llevó a tener un bolso cada una y poder fisgar cómodamente, tras el cristal del escaparate, y efectivamente, aquel chico pesado del mil novecientos y pico, de pintas extrañas y teorías propias de la época y de los porros, era un señor. La imagen era clara, la de se momento y la de antes, la lástima es que a una misma no me tengo en imágenes nítidas, de carpetas del pasado y el caso es que hay fotos, muchas que ni siquiera me reconozco, quizá si me enfrentara a mi yo del pasado, me metería rápidamente en cualquier tienda a compra un bolso o cualquier otra cosa.

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